Hoy en día es posible adquirir en los mercados de China frutas y verduras nacidas de las semillas que fueron enviadas al espacio.
Para conocer la historia, debemos remontarnos alguno años atrás, cuando la Sociedad Astronáutica de China anunció su propósito de experimentar el cultivo de semillas en el espacio exterior.
Poco después de su regreso, algunas empresas comenzaron a cultivar esas semillas con fines comerciales. Y los resultados han sido espectaculares: las frutas y verduras obtenidas tienen un contenido en vitaminas casi tres veces superior al habitual y cantidades muy elevadas de minerales; por no hablar del tamaño: las sandías, pimientos, tomates... pueden alcanzar dimensiones gigantescas.
Otro de los curioso efectos del espacio sobre las semillas es el cambio de color de algunos productos.
Los expertos aseguran que el consumo de estos productos gigantescos e inusualmente coloreados no entraña ningún riesgo para la salud humana.
El interés de China por este tipo de cultivos procede de la necesidad de encontrar soluciones a un problema acuciante: la escasa superficie del cultivo de un país cuya población supera los 1.300 millones de habitantes. Buena prueba de ello es la decisión de un restaurante de Pekín de ofrecer el día de san Valentín un menú basado en alguno de estos productos. La idea tuvo una excelente acogida.
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