Autor: Anónimo (Basado en ESOPO)
Resumen: Una mañana, un ciervo pastaba plácidamente junto a un río. El invierno no acababa de despedirse y la hierba aparecía salpicada de frágiles florecillas de todos los colores. El río, alegre y ruidoso algo más arriba, se remansaba en la llanura. Se escuchaba el suave rumor de las aguas, interrumpido a veces por el canto de algún pájaro.
El ciervo sintió sed y se acercó a beber al río. Después de saciarse con el agua fresca, el animal observó su imagen reflejada en las aguas, y pensó vanidoso:
<<¡Qué hermosa cornamenta tengo! Sin duda, estos cuernos tan elegantes impresionan a todo el mundo... ¡Qué armoniosos son! ¡Qué aspecto tan majestuoso, el mío!>>
Y no se resistió a la tentación de compararse con otros animales, sin encontrar ninguno que tuviera unos cuernos así.
Mientras se complací en su propia hermosura, el ciervo ladeaba la cabeza suavemente a un lado..., a otro..., bajaba el cuello..., lo elevaba... Quería verse desde todos los ángulos. Pero, de repente, algo disminuyó su satisfacción:
<<Sin no fuera por estas patas tan finas...>>, se dijo mientras miraba su reflejo. <<Parecen las frágiles ramas de un árbol seco. Desde luego, no son dignas de un animal como yo...>>, pensó afligido. <<Bueno, todas las criaturas de la naturaleza tenemos un punto débil. ¡Qué se le va a hacer!>>, concluyó resignado.
El ciervo, que estaba distraído con aquellos pensamientos, no notó en que un enorme león lo vigilaba acechante desde unos matorrales cercanos.
Cuando el ciervo dejó de contemplarse en las aguas y levantó la cabeza para marcharse, el león salió dispuesto a abalanzarse sobre su presa. El ciervo reaccionó con rapidez y comenzó a correr ágilmente. Aunque el león lo seguí a escasa distancia, enseguida el ciervo obtuvo ventaja.
Y es que, sus patas, más que correr parecían volar: casi no tocaban el suelo, lo rozaba suavemente para tomar impulso y se elevaban de nuevo. El león, sin darse por vencido, seguía corriendo con todas su fuerzas.
A lo lejos se divisaba el bosque.
<<Si consigo llegar, estoy salvado>>, pensó el ciervo. <<Allí no me resultará difícil encontrar escondite.>>
Por fin, el ciervo entró en el bosque. Pero, al contrario de lo que esperaba, su situación empeoró todavía más. Apenas había empezado a avanzar entre la espesa arboleda cuando notó que algo lo retenía. El ciervo sintió un escalofrío de terror al comprobar que una de los cuernos de su cornamenta había quedado enganchado en una rama. Entonces tiró con todas sus fuerzas, pero no consiguió librarse. Luego, decidió tranquilizarse e intentó de nuevo salir de allí. <<No hay por qu´preocuparse. El león aún estará lejos... Le llevaba mucha ventaja...>>, se dijo a sí mismo para animarse.
Y probó una y otra vez..., pero fracasó en todos sus intentos. Su enorme cornamenta seguí cada vez más y más enredada en las ramas.
Mientras, el león continuaba corriendo, ya cerca del bosque, sin saber que su presa se encontraba en tan difícil situación.
Cuando el ciervo distinguió tras los árboles la silueta de su feroz enemigo acercándose velozmente, estuvo a punto de darse por vencido. Pero decidió probar suerte por última vez. casi sin esperanza movió la cabeza, volvió a tirar con furia, y... sus cuernos golpearon violentamente los árboles... ¡Lo había conseguido!
El león estaba ya muy cerca, y el ciervo emprendió de nuevo la carrera, con cuidado de no volver a meterse en ningún paso estrecho. La alegría de su liberación lo hizo aún más veloz y pronto obtuvo una ventaja que no se podía superar. Por fin, el león disitió de su propósito.
Un rato después, mientras descansaba a la sombra, el ciervo reflexionaba:
<<¡Qué grave peligro he corrido por culpa de mi cornamenta! Si no llega a ser por mis patas... ¡Y pensar que hace un momento me avergonzaba de ellas...!>>
Opinión: Está muy chula y es muy interesante. Esta fábula del ciervo y el león te hace ver que al descubrir lo valioso has de aprender.
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