martes, 29 de octubre de 2013

Cuento de terror

El hotel encantado

La familia de Martín se va de vacaciones, como todos los años, a su hotel favorito, uno que se encuentra muy cerca de la playa. Este año vieron algo muy raro nada más entrar en el hotel, todas la habitaciones e instalaciones estaban cochambrosas y medio derrumbadas, había telarañas por todos los lados y el agua de la piscina estaba verde. Era muy raro porque todos los años estaba normal y este año parecía un hotel encantado.
Era por culpa del vampiro Drácula, como hipnotizaba a la gente le ayudaban a decorar el hotel encantado, pero los padres de Martín no eran tan fácil de hipnotizar, como estaban asustados y no paraban de correr por eso era tan difícil.
Mireia la madre de Martín dijo:
-¡Socorro! ¡Me quieren matar!
Como a Óscar el padre de Martín seguía corriendo y Drácula no lo pillaba tuvo que darle un bocado.
Y dijo:
- Me siento muy raro y tengo muchas ganas de... ¡chupar sangre!
Cuando le mordió la mamá de Martín se quedó asombrada y se calló al suelo desmallada.
Cuando se despertó Mirea dijo:
- ¿Que ha pasado aquí? ¿Dónde está Óscar?
- Bueno iré a buscarlo.
Drácula le dio la bienvenida a Óscar así que le dijo:
- Bienvenido Óscar yo soy Drácu... quiero decir soy Orlando, soy pálido de piel y me encantan los colmillos que me regaló mi padre cuando era pequeño.
Drácula como no quería que se enterase de quien era dijo esa pequeña mentirijilla.
- Gracias pero... ¿dónde estoy?, ¿ por qué tengo tantas ganas de chupar sangre?
Drácula como no sabía lo que decirle tuvo que engañarlo de nuevo.
Le dijo:
- Será porque tendrás hambre y te gusta mucho comer sangre frita con cebolla.
Óscar le dijo que tal vez sea eso o que... se estaba convirtiendo en un vampiro.
Drácula le dijo:
- Pero hombre como te vas a estar convirtiendo en un vam...vam...piro si ni existen.
Por segunda vez Drácula le dijo:
- Óscar vamos a dejar todas estas tonterías y  vayámonos a ver si hay alguien aquí.
Óscar aceptó.
Mientras tanto Mireia seguía buscando a su marido y como lo vio con Drácula le dijo que escapara y él no le hizo caso, Drácula la hipnotizó y ya pudieron estar los dos juntos.
Martín ya tenía 15 años aunque todavía se preocupaba mucho por sus padres, cuando vio que no venían a su casa dijo:
- Tengo que ir a ver lo que esta pasando mis padres llevan hay casi dos semanas y no me han llamado todavía por teléfono.
Martín como ya era muy responsable decidió ir en autobús.
Cuando llegó y vio a que lugar tenebroso no quería entrar pero lo tuvo que hacer porque sus padres estaban hay y no sabía lo que les estaba ocurriendo.
Cuando entró e iba abrir una puerta... ¡catapúm! se calló al sótano.
Era el lugar más tenebroso del hotel y había muchas arañas, ratas hasta había murciélagos.
Martín dijo:
- ¡Aughc!, qué cantidad de bichos, ¡tengo que salir de aquí!
Cuando llegó arriba encontró a sus padres y se preguntó quien había a su lado.
Dijo:
- Creo que ese es... ¡Drácula!
- ¡Oh no Drácula ha hipnotizado a mis padres!
- Bueno creo que ha hipnotizado solo a mi madre.
- ¿Pero a mi padre que le habrá hecho?
Martín no se le ocurría lo que le había hecho Drácula con su padre, pero él tenía que averiguarlo.
Llevaba un rato siguiéndolos y ninguno de los tres se había dado cuenta.
Martín vio como Drácula hipnotizaba a la gente que venía de vacaciones al hotel y eso no era muy chulo de ver.
Todos los niños que iban con sus padres no paraban de decir:
- ¡Socorro un vampiro loco esta hipnotizando a nuestros padres!
Martín iba recogiendo cada niño que venía y también los tranquilizaba.
Ya había casi más de treinta niños y Martín se estaba volviendo loco.
Cuando todos estaban más tranquilos se prepararon para luchar con Drácula pero cada niño que se enfrentaba el se llevaba un buen bocado en el cuello y Martín se quedó solo por culpa de Drácula.
Martín dijo:
- ¡Maldita sea me está quitando a todo mi ejercito en miniatura!
Martín fue a esconderse y se encontró a un murciélago malvado llamado Bat Pat.
El murciélago dijo:
- Hola soy Bat Pat, soy un gran enemigo de Drácula, ya se que está mordiendo e hipnotizando a toda la gente que viene.
- ¿Cómo es que todavía no te a hipnotizado a ti?
- No sabe que estoy aquí y por cierto me llamo Martín.
- Hola, ya sabes que soy un murciélago. ¿Has leído alguna vez algún cuento en el que salga yo?
- Si, pero no sabía que tú eras real.
- Por cierto, me he leído el cuento de: Un tesoro en el cementerio, el retorno del esqueleto, brujas a medianoche, el monstruo de las cloacas y la abuela de Tutankamón.
- ¡Vaya si que te han fascinado mis libros!, pero tienes que leerte más.
- Bat Pat ¿quieres venirte conmigo a salvar toda esta gente o te quedas aquí?
- Me voy contigo.
Martín no  sabía que Bat Pat era malo y era el murciélago favorito de Drácula, Bat Pat lo quería engañar para que Drácula lo hipnotizara y para que lo dejara hacer su trabajo.
Tras varias horas dando vueltas por el hotel no encontraban ningún signo de vida por allí, pero Drácula los tenía a todos encerrados en un habitación para que Martín no les hiciera nada.
Drácula al verlo dijo:
- Gracias Bat Pat por traerme a Martín.
Él se quedó asombrado y dijo:
- Bat Pat me has engañado ya sabía que no podía confiar en ti.
Martín como sabía que Drácula lo quería atrapar salió corriendo y se escondió en una de las habitaciones.
Drácula lo vio donde se metió y fue muy despacio para que no lo sintiera, Martín sin darse cuenta se metió en la cocina y como había estacas y ajos se preparó para combatir con todos los vampiros niños, con su padre y Drácula y de los hipnotizados ya se encargaría después.
Como no quería matar a nadie soltó las estacas y se quedó con los ajos, pero... si les daba con los ajos se desintegraban, él pensó y pensó pero no se le ocurría nada.
Cuando terminó con los vampiros volvieron a ser humanos otra vez y Drácula desapareció, ahora tenía que encargarse de los hipnotizados, uno de ellos era su madre que fue la primera en salir de la hipnosis.
Cuando terminó de convertir a todos los hipnotizados en humanos otra vez, su madre que fue la primera en montarse en el coche esperó que Martín y su padre se montaran y no paró el coche hasta que llegaron al jardín de su casa.
Al final no se acordaron de nada de lo que pasó en el hotel encantado y vivieron felices y comieron perdices.

  

Autora: María Pérez Fernández 

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