martes, 6 de mayo de 2014

Ficha sobre la lectura de: "A tocar la nariz del rey"

Título: A tocar la nariz del rey
Autor: Gianni Rodari
Resumen: Erase una vez, un hombre llamado Juanito Pierdedía decidió ir a Roma para tocarle la nariz al rey. Sus amigos no paraban de decirle que era una misión muy arriesgada, que si el rey se enfadaba el podría perder su nariz, hasta incluso su cabeza, pero Juanito era tozudo.
Después, mientras él preparaba la maleta, fue para entrenarse un poco, fue a visitar al alcalde y al mariscal (jefe máximo del ejército de algunos países), Juanito le tocó a los dos la nariz con tanta prudencia y habilidad que ellos ni siquiera se enteraron.
"No es demasiado difícil", pensó Juanito.
Al llegar a la ciudad, preguntó dónde vivían el gobernador, el presidente y el juez, y fue a tocarles la nariz. Los tres se quedaron alucinados, porque vieron que Juantio parecía una persona muy educada, hasta sabía hablar de casi todos los temas. Incluso el presidente se enfadó un poquito con él y le dijo varias cosillas.
Después del enfado que tuvo el presidente con Juan, el presidente miró a su alrededor y no vio moscas ni mosquitos, pero, mientras, Juanito se marchó.
Juanito tenía una libreta pequeña donde anotaba el número de todas las narices que iba tocando, al llegar a Roma, como cada paso que daba se encontraba a alguien importante tuvo que comprarse un cuaderno más grande.
En Roma había más presidentes que mendigos. Todas aquellas narices de lujo estaban al alcance de la mano. Además, los propietarios de aquellas personas importantes consideraban el toquecito de Juanito Pierdería como un homenaje a su autoridad, y alguno llegó incluso a sugerir a sus subordinados que hicieran con él otro tanto, diciéndole a él unas cosas típicas de aquellas personas tan importantes. Al principio los subordinados no se atrevían alargar la mano hasta la nariz de sus superiores. Estos, no obstante, los animaban a hacerlo y, entonces, venga tocaditas, frotaditas, golpecitos: las eminentes narices se volvían brillantes y rojas de satisfacción.
Juantito "Juan" no había olvidado el objetivo principal de su viaje, que era el de tocar la nariz del rey, y guardaba la ocasión propicia para hacerlo. Esta se presentó durante un desfile. Mientras Juanito estaba en el desfile, observó que de, ven en cuando, alguien de la muchedumbre saltaba a la carroza real y entregaba un sobre al rey, quien a su vez se lo entregaba sonriendo a su primer ministro. 
Cuando la carroza del rey estuvo lo bastante cerca de él, Juanito dio un salto, se subió a ella y, mientras el rey le dirigía una amable sonrisa, alargó el brazo y frotó la punta de su dedo índice con la punta de la nariz de Su Majestad.
Juanito le dijo:
- Con permiso.
El rey se tocó la nariz estupefacto y abrió la boca para decir algo, pero Juanito, dando un salto hacia atrás, ya había desparecido. Estalló un gran aplauso e inmediatamente otros ciudadanos se apresuraron entusiasmados a seguir el ejemplo de Juanito: subían a la carroza, agarraban al rey por la nariz y le daban  una buena sacudita.
El primer ministro del rey le murmura sonriendo al oído que es una nueva señal de respeto, lo que hizo Juanito.
Pero el rey no tenía ganas de reírse: la nariz le dolía y empezaba a gotearle, y ni siquiera tenía tiempo de sonarse, porque sus fieles súbidtos no le daban tregua y seguían agarraándolo alegremente por la nariz.
Y, ese mismo día, Juanito dejó Roma y regresó a su pueblo muy satisfecho de lo que había hecho. 
Opinión: Es una historia muy bonita, y a la vez muy divertida, alguien tiene que se así de atrevido como Juanito como para tocarle la nariz a... ¡un Rey!, y encima también tocársela a otra gente... ¡¡distinta!!
 

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